La vitamina A recibe su nombre en 1920 y es la primera vitamina de la historia en ser plenamente identificada.

 

¿Qué es la vitamina A?

 

Es una vitamina liposoluble (se disuelve en grasas o aceites y nuestro organismo no puede eliminarla mediante la orina) que se almacena en el hígado. A pesar de ser un nutriente esencial, no nos es posible autofabricarla y debemos recurrir a complejos vitamínicos o alimentos con vitamina A para obtenerla. Se compone de:

  • Retinoides, conocidos como vitamina A-preformada que podemos encontrar en la naturaleza, en forma de retinol y retinal.
  • Carotenoides, generan retinol al ser metabolizados y se conocen como pro-vitamina A. Los carotenoides con mayor capacidad para transformarse en vitamina A son los betacarotenos, pigmentos antioxidantes que pueden ser absorbidos por nuestro organismo y protegen nuestras células de la acción de los radicales libres.

 

¿Para qué sirve la vitamina A?

 

La vitamina A cumple funciones esenciales como protegernos frente a enfermedades, colaborar en la creación de nuevos tejidos y fortalecer nuestro sistema inmune. Su acción en el organismo, incluye:

  • Desarrollo pre y post natal: tanto la deficiencia como el exceso de vitamina A, son causantes de malformaciones en el feto y en el bebé, pues es crucial en el desarrollo y formación de órganos vitales, como corazón, ojos, oídos o pulmones, entre otros, y está involucrada en la formación de proteínas de la matriz extracelular.
  • Glóbulos rojos: es crucial para regular la muerte celular de los precursores de los glóbulos rojos y facilitar la movilización del hierro hacia los depósitos de desarrollo de glóbulos rojos, donde se incorporan a la hemoglobina.
  • La piel: junto a la vitamina C, el retinol favorece una piel sana, tersa y luminosa, retrasando del envejecimiento celular.
  • La vista: el retinol viaja hasta la retina y se convierte en compuesto retinal. Entonces se canaliza en los bastones oculares y constituye rodopsina, que nos permite detectar la luz, siendo indispensable para la visión nocturna y la detección de colores.
  • Respuesta genética: independientemente o junto con la hormona tiroidea, la vitamina D, los esteroides y el receptor activado por el proliferador de peroxisomas (PPAR), la vitamina A participa en la transcripción genética.
  • Sistema inmunitario: las funciones de la vitamina A sobre nuestros tejidos y frente a la oxidación celular, en colaboración con la vitamina C, favorece la protección de las mucosas que revisten las superficies de órganos vitales como vías respiratorias, tubo digestivo o conductos urinarios. También previene la autoinmunidad y favorece la formación de glóbulos blancos, cruciales para una correcta respuesta inmunitaria ante posibles ataques.

 

Déficit y exceso de vitamina A

 

Los problemas de salud relacionados con la vitamina A pueden originarse, tanto por un exceso como por un déficit:

  • Un exceso de vitamina A se conoce como hipervitaminosis A y está causado por la ingesta excesiva de Vitamina A preformada, conlleva: daño hepático, disminución del apetito, dolor de cabeza, dolor en las articulaciones, irritación de la piel, irritabilidad, mareos, náuseas, problemas de coordinación, somnolencia, visión borrosa, vómitos e incluso edema cerebral o coma. Algunos estudios sugieren que cantidades excesivas de vitamina A preformada podrían causar disminución de la densidad ósea y un elevado riesgo de fractura osteoporótica, pues interfiere con las capacidades de la vitamina D para mantener el equilibrio del calcio. Además, un exceso durante el embarazo podría ocasionar defectos congénitos en el bebé.
  • El déficit de vitamina A implica xeroftalmia y ceguera, enfermedades infecciosas, como sarampión o diarrea, complicaciones respiratorias como neumonía, disfunción tiroidea, hiperqueratosis y anemia.

La vitamina A está presente en múltiples alimentos y, por lo general, una dieta equilibrada es suficiente para prevenir enfermedades relacionadas con su déficit. Pero existen casos en los que no es posible ingerir las cantidades necesarias, en estos casos es recomendable aprovechar los distintos suplementos de vitamina A de venta libre en farmacias. Pregunta al farmacéutico/a qué suplemento de vitamina A es el adecuado para tu caso particular y cómo tomarlo.

 

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